Hay historias de vida en las que se aplica la frase «no hay mal que por bien no venga» y esa parece ser la de Rigoberto Camargo Alfaro (65), un trabajador invidente de la Biblioteca Nacional del Perú cuya dedicación y superación han contribuido a implementar una sala de lectura especializada para personas con discapacidad visual. Vea aquí la galería fotográfica
En el corazón de la sede de la avenida Abancay, en el centro de Lima, don Rigoberto ha cumplido 34 años trabajando, primero en el área de abastecimiento y luego en la seguridad de la institución hasta el domingo 6 de setiembre de 1992, cuando cambió toda su vida.
Aquella noche, luego de visitar a unos familiares en el Callao, retornaba a su casa en una coaster cuando en el cruce de las avenidas Argentina con Nicolás Dueñas estalló un coche bomba a unos 15 o 20 metros de donde él se encontraba. Era la época en que Lima aún sufría los estragos de los ataques terroristas.
«Ese atentado no estaba dirigido hacia nosotros que veníamos en el transporte público sino a los policías que se encontraban dirigiendo el tránsito. La coaster quedó destrozada. Allí murieron cuatro personas. El estallido me afectó los globos oculares. En ese momento no pensé que quedaría ciego o que mis ojos habían sido afectados«, rememoró.
Pasó dos días hospitalizado en el Hospital Arzobispo Loayza antes de ser trasladado al Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen, donde los médicos intentaron sin éxito salvarle la vista. Tras tres meses de internamiento, recibió el alta médica y tuvo que ser consciente de su nueva condición.
Un nuevo comienzo
A pesar de la pérdida de visión sufrida en ese fatídico día, expresa su gratitud hacia su familia y al personal de la BNP, quienes le brindaron apoyo y la oportunidad de reintegrarse a su trabajo una vez recuperado por completo.
Para alcanzar independencia y reintegrarse al mundo laboral, ingresó al Centro de Rehabilitación de Ciegos de Lima (Cercil), donde aprendió a desplazarse con bastón, habilidades de autocuidado como vestirse y cocinar, y adquirió destrezas en lecto escritura braille, lo que le permitió emprender en nuevos proyectos.
Instalado nuevamente en la BNP, se encargaba de sellar las publicaciones diarias y llevar un registro de los ejemplares recibidos, tarea que realizaba meticulosamente en braille con la intención de practicar lo aprendido.
Su determinación por dominar esta forma de escritura lo llevó a transcribir obras literarias al braille, como el cuento «Paco Yunque» de César Vallejo, dedicando cerca de 5 meses de trabajo durante su tiempo libre.
El resultado de esta labor impresionó gratamente a la directora de la BNP de entonces, lo que motivó a los funcionarios a concebir un proyecto para establecer una sala de lectura especializada para personas con discapacidad visual.
«Mientras veían este tema, la directora Martha Fernández me pidió que siga transcribiendo más textos en sistema braille. Desde allí empecé a transcribir otros libros como los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, Abraham Valdelomar, Ricardo Palma, una selección de cuentos de Eleodoro Vargas Vicuña, Marco Martos, etc.«.
Sala Delfina Otero Villarán
Tras seis largos años y gracias a la contribución de Rigoberto Camargo, en julio del 2001, se creó la sala para personas con discapacidad visual «Delfina Otero Villarán» en la Gran Biblioteca Pública de Lima, ubicada en la avenida Abancay, en el Centro de Lima.
Actualmente, con 23 años de servicio en la sala, se encarga de organizar materiales en braille, actualizar catálogos, impartir talleres y brindar orientación a usuarios, entre otras actividades, siendo el único colaborador con discapacidad visual entre un equipo de cuatro personas.
«Ahora mis funciones se han ampliado. Participo en la organización de todos los materiales que ingresan a la sala como son los libros en sistema braille, audiolibros, etc. También rotulo los ejemplares en sistema braille, actualizo catálogos bibliográficos, brindo talleres a las personas, colegios, profesores que estén interesados en aprender este sistema«, agregó.
Con 34 años de servicio en la BNP, don Rigoberto no deja de capacitarse para estar al día con las nuevas tecnologías y los nuevos softwares que ayudan a las personas con discapacidad visual en la lectura de libros, revistas y material científico.
«Antes transcribía los libros manualmente con una regla, punzón y una grabadora. Ahora tenemos la tecnología a nuestro alcance como una impresora braille, máquinas de escribir, computadoras«, agregó.
La sala para personas con discapacidad visual alberga entre 650 a 700 libros en sistema braille y los libros digitalizados son alrededor de 500 ejemplares.
Paradeportista
Además de su labor en la Biblioteca Nacional, don Rigoberto practicó atletismo entre 1996 y 2005, participando en los Juegos Parapanamericanos y obteniendo medallas a nivel nacional e internacional.
«Ese tiempo fue mi época de oro. Fui campeón nacional en el 96. Represente al Perú en el Panamericano de Carolina del Sur en EE.UU. (2001), donde obtuve el segundo puesto; también lo represente en Argentina, Chile y Canadá«, indicó orgulloso.
Legado
Al evaluar su trabajo en la sala para personas con discapacidad visual, se siente profundamente satisfecho por haber contribuido al desarrollo profesional de muchos jóvenes con la misma condición, proporcionándoles acceso a materiales en braille que les permitieron superarse.
«He conocido a muchas personas con discapacidad visual desde su época de estudiante cuando estaban en primaria o secundaria y ahora son sociólogos, profesores, abogados. Para mí, es una gran alegría porque los libros que yo he transcrito al sistema braille, que son alrededor de 50 ejemplares, han permitido aprender a otras personas con discapacidad visual«.
Inspirada por su ejemplo, su hija de 21 años estudia bibliotecología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), lo que llena de orgullo a Rigoberto, quien comparte con ella su experiencia y valores de servicio.
A las personas que tienen una discapacidad visual, aconseja mantenerse firmes y no desesperar «porque en la vida no solamente necesitamos los ojos, sino que tenemos otros órganos para ayudarnos a salir adelante«.