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10:39 | Lima, Abr. 1.
Por Karina Garay
Situaciones adversas las tenemos todos, pero hay quienes enfrentan casos que, para muchos, significarían el quiebre de la vida o la puerta de ingreso a la locura; sin embargo, con el dolor a cuestas, logran dar un paso y luego otro, convirtiéndose así en personas resilientes. ¿Qué características tienen estas personas? ¿Qué es la resiliencia? ¿Se nace resiliente o se aprende a serlo?
La madre de Katherine Gómez, la joven que fue quemada viva y asesinada por su pareja Sergio Tarache, lideró una valiente lucha para extraditar al asesino de su hija desde Colombia y finalmente lo logró hace unas semanas.
Cinthia Machare, madre de Katherine, lideró una valiente lucha para lograr la extradición del asesino de su hija
Ella, sin proponérselo, se ha convertido en un ejemplo cercano de gran resiliencia, al igual que los cientos de padres que perdieron a sus hijos en los años de violencia interna, como también los que, a diario, enfrentan a situaciones de estrés permanente por la inseguridad ciudadana, o las mujeres que sufrieron maltrato por parte de sus parejas y lograron escapar, o quienes viven en la permanente orfandad y no se rinden.
Estas situaciones que, para muchos, podrían ser demoledoras y paralizantes han sido superadas con gran tesón y resiliencia. ¿Cómo lo hicieron? ¿por qué algunos pueden y otros no?
Ladrillitos de afecto
«La resiliencia viene de esta capacidad física que tienen los objetos o sustancias de retornar a su estado anterior. Cuando hablamos de resiliencia en las personas, hablamos de esa capacidad para rebotar frente a una situación adversa, ante algo que nos ha dolido mucho, que nos ha costado mucho trabajo, pero que no logra limitarnos ni impedirnos continuar», manifestó Giovany Rivera, médico psiquiatra del Hospital Víctor Larco Herrera.
En entrevista con el programa Saludable Mente de Andina canal on line, explicó que esta característica se construye cuando somos pequeños, cuando se le brinda seguridad a los niños de que podrán superar los obstáculos que se les presenten.
Esto ocurre, dice, cuando se les da confianza para equivocarse y se les dice que no pasará nada. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, los niños son sancionados porque hablan mal, porque se sentaron mal u otras situaciones que no les gusta a los padres.
«Lo que valen son los hechos, los actos. Yo puedo decirle a un niño o un adolescente muchas cosas, bajarle el sol, las estrellas; sin embargo, si le pego, lo insulto, lo denigro.... Las palabras son importantes, bonitas, pero es más importante el acto incondicional del afecto».
La resiliencia, explica, se construye con «ladrillitos de experiencias».
«Cuando te botaron del trabajo y de mala forma puedes ir a ese refugio mental de afecto, donde tienes guardadas frases como 'tú puedes', 'tú vales', 'mañana todo va a esta mejor' y es así como puedes sacudirte, abrazarte y decir mañana empiezo otra vez».
«No somos islas»
Para la doctora Rivera, todos en algún momento de nuestras vidas vamos a tener problemas, pero no todos vamos a sufrir catástrofes.
En ese escenario habrá personas que se agobian debido a que se enfrascan en el sufrimiento, mientras que otras, las resilientes, buscarán salidas.
«La resiliencia es ese colchón que te permite caer parado o caer y rebotar; que impide romperte como la espiga, que pude doblarse y no se quiebra. Esa capacidad no va a impedir que nos caigamos porque claro que nos vamos a caer, pero nos paramos y continuamos».
La psiquiatra destaca que muchas personas tienen problemas para expresar el dolor que experimentan porque lo asocian con debilidad, fragilidad y más aún cuando tienen un perfil de firmeza o solidez; sin embargo, añade, en la vida hay que aprender a pedir ayuda y, sobre todo, a recibirla.
«Los seres humanos somos gregarios por naturaleza. No es que yo voy y me encierro en mi cueva y la vida continúa afuera. Los seres humanos no somos islas. Nos gustaría resolver todo, pero es más fácil si tú me acompañas. Cuando alguien pasa un momento difícil, no siempre está buscando consejo, tal vez solamente quiere tus oídos y tu compañía, ese apapacho para expresar la resiliencia», refiere.
¿Se nace o se aprende a ser resiliente?
Para la experta, el ser humano puede cambiar y modificar su conducta y creencias hasta el último de sus días.
«Siempre podemos aprender y a eso apunta la psicología y psiquiatría. Siempre podemos buscar ayuda, para eso están los terapeutas, para ver el camino diferente, para que puedas aceptar la experiencia vivida, muy dolorosa y negativa, y ver qué hacemos con eso».
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Destacó que hay personas que han perdido a un ser querido y creen que, en solidaridad con él, ya no deben reír ni gozar en el futuro, lo cual es un gran error.
Para hacer cambios importantes en nuestra vida, sugirió seguir tres pasos.
Primero, darnos cuenta de lo que estamos pasando. Segundo, tener la voluntad de cambiar aquello que no nos agrada o nos duele y tercero, pasar a la acción.
«Y para eso muchas veces voy a necesitar que alguien me guíe en el camino. Es como una aventura o un viaje a donde uno puede ir sin ayuda, pero posiblemente nos perderemos muchas veces. Es más fácil si voy con una guía, con alguien que me ayude», para eso están los buenos amigos, familiares cercanos o un terapeuta.
«Debe quedar claro que todos podemos cambiar hasta el último día de nuestras vidas. Ante el dolor, no debemos aislarnos, busquemos ayuda», aconsejó.
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